viernes, 3 de octubre de 2014

Si yo fuese parte del jurado que decide  poner, o no, por primera vez a La Fuente de Marcel Duchamp en la exposición del museo de Nueva York, ¿cuál sería mi decisión?


Marcel Duchamp, La Fuente, 1917.

Se sabe que esta pieza fue de gran influencia para el arte contemporáneo, pues, junto con La rueda de bicicleta, obra del mismo artista, marcaron el inicio del arte conceptual. Así mismo, fue estandarte de uno de los conceptos más extremistas de la época, pues tocó los límites de lo grotesco en la estética del arte. Siendo una  de las piezas con las que Duchamp "cortó el listón" para dar entrada al ready-made (arte que se caracteriza por darle sentido artístico a un objeto o conjunto de objetos que son comunes y corrientes), era obvio que iba a causar cierta polémica al ponerla en una galería de arte.

Responder con sí o no a la pregunta, es difícil, pues, a los ojos del hombre, cualquier cosa puede convertirse en arte, pero también cabe preguntarse en qué instante éste se desnaturaliza y deja de ser lo que es. Viéndolo en un esquema universal, se encuentra la dicotomía del arte y del no arte. Para definir a uno, hay que poner en la mesa ambas cartas, y hacer una comparativa, pues lo que es, se caracteriza también por no ser lo que no es, eso es lo que lo define y lo que lo caracteriza. 

La cuestión aquí es: ¿el urinario es arte, mal arte o simplemente no es arte?; suponiendo que la respuesta es que sí lo es, bueno o malo, la pregunta ahora sería: ¿un urinario es un objeto cuyo arte está condicionado por su contexto o ese urinario sólo será arte si un artista decide que es arte?; de igual forma surge esta incógnita: ¿el arte es lo que dicta el artista o es un concepto independiente que existe por sí solo y se define por sí solo?, es decir, ¿el arte tiene que ser evidente?

Dicho esto, mi decisión ante la pregunta principal es: sí. Si viviese en esa época y fuese parte del jurado, decidiría ponerlo en la galería, pero no con el afán de dar a conocer una gran obra, sino con el fin de ver la reacción del espectador, y observar cómo es que actúan ante tal provocación, pues ha de haber una razón por la que la mente de un artista decidió exhibir el urinario como objeto artístico. Después de esto, pediría que lo volvieran instalar en el sanitario más cercano para aprovecharlo como debe ser. Ya satisfecha esa curiosidad, no dudaría en votar: no a las siguientes propuestas similares a esta, dado que para mi (y para muchos), éste objeto no es una obra artística, puesto que el arte no puede ser producto de la casualidad, sino de la composición.

En caso contrario, todo sería arte, y todo sería digno de ser puesto en una galería; en dado caso el artista se extinguiría, ya que el arte lo podría hacer y conceptualizar cualquiera con una mínima capacidad de curar cualquier cosa con un "argumento" medianamente rebuscado. Por lo que esto me deja ver que hay dos opciones, el arte llegaría a ser equivalente a todo, pero nada definido, es decir, acabaría por ser nada o un sinónimo del todo, lo cual mataría todo lo habido conocido y por haber sobre arte, y al artista también; algo que es totalmente risible e incongruente.




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